El docente como brújula: intervenciones para orientar qué y cómo leer

Ser un lector autónomo entre otras cosas, significa saber definir qué leer y cómo. Por eso, les proponemos detenernos en dos aspectos clave: orientar a los niños para seleccionar los títulos que leerán y presentarles diferentes modalidades de lectura.
En esta edición de la Maratón Nacional de Lectura recurrimos a la metáfora del viaje para definir la serie de experiencias de lectura que cada niño emprenderá en el año.
Como mediadores es fundamental ofrecer a los niños experiencias variadas y motivadoras. Como mediadores podemos entusiasmar a los niños, aportándoles saberes y recomendaciones que les permitan elegir los libros que leerán, siempre apoyando una experiencia de lectura donde los niños sean protagonistas de su viaje.
¿Qué leer?
Es importante que los niños aprendan a “andar entre los libros” para seleccionarlos antes de su lectura. En este sentido, podemos motivar la libre exploración, señalándoles aspectos que pueden observar, entre ellos:

- Leer los paratextos:
- Los títulos pueden disparar en los niños asociaciones con otras lecturas realizadas previamente y, de esta manera, fomentar en ellos la conexión entre libros de diferentes géneros, o no necesariamente, pero que ya forman parte de su trayectoria lectora.
- Las reseñas -breves resúmenes valorativos sobre la obra- que anticipan parte de lo que el lector encontrará, facilitan la toma de decisiones a priori sobre la selección de ese título, sobre todo cuando les es desconocido. Nos otorgan pistas y nos persuaden sobre su lectura.
- Los índices nos ofrecen la estructura y organización interna de una obra y permiten al lector hacerse a la idea de los temas y/o capítulos que la componen. Para libros extensos (por ejemplo, novelas o de tipo informativos), este escaneo previo simplifica la búsqueda de textos particulares permitiendo al lector dar respuesta más rápidamente a su búsqueda, inquietud e interés.
- Detenerse en las ilustraciones, tanto exteriores como interiores, habilita una primera lectura y aproximación al libro desde el discurso visual. Las imágenes suelen tener alto impacto en los niños y a menudo determinan sus preferencias o acercamiento a los textos. Por supuesto, habrá obras cuyo único lenguaje sea el visual, pero otras en las que se encuentre combinado con el escrito.
- Consultar a otros lectores: las recomendaciones de nuestros pares o amigos son cruciales en nuestra trayectoria como lectores, porque solemos valor más la opinión de quienes más nos conocen o con quienes compartimos gustos e intereses. Los niños, al estar en proceso formativo como lectores, se encuentran siempre ávidos de aprender e incorporar nuevos conocimientos. Fomentar entre ellos el intercambio es un modo fructífero de crear y fortalecer las comunidades de lectores.
- Proponer que, luego de atender a los aspectos antes mencionados, recorran los libros y hagan una primera clasificación: “este puede ser” o “este no”, y pedirles que argumenten sus elecciones.
- Compartir entre todos cuáles fueron los libros elegidos, sondear las respuestas y proponer una conversación colectiva. En algunos casos, habrá títulos elegidos por más de uno, por lo que será interesante que se escuchen entre ellos y evidencien las motivaciones particulares.
La intervención de los mediadores en cada instancia exploratoria de libros es importante: todos los niños necesitan recibir orientación en sus propias búsquedas para que no queden estancados en los mismos criterios (“me gusta este libro por las imágenes”, “me gustan solo los cuentos”), sino que progresivamente incorporen otras coordenadas que enriquezcan su “brújula” personal. Criterios como la diversidad genérica y temática; la identificación del lector con su cotidianidad; la novedad de aquellos títulos que transgreden lo esperable o tradicional en los relatos; el formato; la calidad literaria (propuestas estéticas que movilicen y dejen improntas en el lector); el valor de los clásicos, etc., deben ser estar presentes en la promoción y enseñanza de la lectura.
¿Cómo leer?
Una vez que los niños tienen en claro qué van a leer, deben detenerse a pensar cómo lo harán. Con este objetivo, el mediador puede invitarlos a pensar que se puede leer con diferentes modalidades:
Ahora que sabemos qué leeremos, tenemos que pensar cómo lo vamos a leer. Y lo vamos a decidir de acuerdo con el texto:

- Libros “desafiantes”. Por ejemplo, si el texto no me resulta desafiante, voy a leerlo solo y en silencio, y de un solo tirón.
- Libros extensos. Ahora, si es mucho más largo de lo que he leído alguna vez, voy a organizar por cantidad de páginas o capítulos para leerlo de a tandas.
- Libros “difíciles”. Si es difícil, voy a buscar a un compañero de lectura y algunas partes las leeremos en voz alta e incluso podemos hacer cortes y debatir o sacarnos dudas.
- Si es realmente muy difícil pero aun así quiero leerlo, voy a pedirle a un adulto que lo lea conmigo o me ayude.
- Poesía y teatro. Si se trata de poesía o teatro, voy a considerar leer algunos fragmentos en voz alta para disfrutar también al escuchar.
- Novelas con muchos personajes. Si es una novela con muchos personajes, puedo hacer un mapita para no perderme.
- Historias en tiempos y espacios desconocidos. Si es un libro que cuenta una historia que transcurre en un tiempo y en un espacio que me son totalmente desconocidos, puedo averiguar antes un poco en internet o en libros informativos para tener más información.
Esperamos que estas orientaciones les sean útiles en el camino hacia la Maratón y que puedan invitar a otras instituciones a sumarse para que reciban este material. ¡Falta cada vez menos para la fiesta de la lectura!
